Hoteles. En general la relación calidad precio es muy buena. La habitación doble con baño cuesta entre 25€ y 35€, y si lo buscas en el centro histórico de la ciudad, seguramente será una antigua casa tradicional que rodea un patio con una fuente, en el que habrá amplios bancos con alfombras, donde tomar el té, escribir el diario, o incluso comer. El personal, como siempre en Irán, es amable y de buen trato. Además, seguro que conocen guías y taxistas, y os ayudaran a resolver cualquier problema.
El principal inconveniente de los hoteles es cuando el aire acondicionado es compartido. Suele estar situado en el techo, y aunque la salida de frío puede regularse con una rejilla que se abre o cierra a conveniencia, dejando pasar más o menos flujo de aire, en general no ajustan bien y hacen mucho ruido. Lo que acaba siendo un auténtico problema para dormir.
Como vestir. Este uno de los temas más controvertidos cuando se habla de Irán, y el que peor imagen genera en Occidente. Aunque en los últimos años las normas se han suavizado bastante, no es un tema banal, ya que la propia constitución habla de una decencia islámica que debe respetarse, siendo de obligado cumplimiento para cualquier persona que transite por el país, independientemente de su nacionalidad. Afecta exclusivamente al espacio público, tanto en zonas rurales como urbanas, en la calle, restaurantes, hoteles (menos en tu habitación), o cualquier ámbito en el que hombres y mujeres se relacionen.
¿Qué debemos llevar, pues? El hombre lo tiene fácil: pantalón largo, nunca shorts, y cualquier camisa que no sea sin mangas o de tirantes. Para las mujeres la cosa se complica un poco mas: es obligatorio cubrirse la cabeza con un pañuelo; pantalones holgados, una blusa de manga larga que cubra caderas y nalgas (lo más que se puede mostrar son los tobillos, nada de brazos, hombros, piernas, ni escotes), y en los pies, bastan unas sandalias con las que poder lucir las uñas pintadas de rojo radiante.
Propaganda gubernamental en las calles, anima a las mujeres a cubrirse de forma natural, con orgullo y dignidad, sin que deban sentir vergüenza por ello. Y de hecho, ya sea por obligación o por tradición, el chador o el rayón negros son de las prendas más usadas. A pesar de ello, y cumpliendo escrupulosamente la ley, las chicas jóvenes cuidan con esmero lo único que pueden mostrar con absoluta libertad, el rostro: cejas perfectamente depiladas y perfiladas, labios pintados, maquillaje, y mucha cirugía nasal, fácilmente reconocible por las tiritas que les cubre la nariz tras la operación. Es increíble, las/los contareis por docenas.
La
moneda oficial en Irán son los rials (IRR). Cuando nosotros estuvimos allí 40.000 IRR equivalían a un Euro. Esto obliga a que en ocasiones haya que trabajar con cifras muy elevadas, por lo que muchas veces los precios son ofrecidos en
tomanes, una moneda inexistente que equivale a 10 rials. Es un poco confuso, siempre hay que verificar en que moneda están indicados los precios, pues al principio cuesta saber en qué moneda te hablan. Hay que deducirlo según el contexto, pues en realidad también reducen los tomanes en tantos ceros como pueden. Por ejemplo, al preguntar por el precio de un taxi para ir de un aeropuerto a otro, un trayecto de casi 70 km, nos respondieron
fifty (50). Ya se asume que 50.000 IRR (1,25€) o una cifra inferior, es demasiado poco para un viaje de casi 1h, el precio es 500.000 IRR (12,5€). Otro ejemplo, mientras esperamos el avión a Shiraz, tomamos unos refrescos en el aeropuerto. Nos pidieron 15, hay que ir añadiendo ceros hasta que se imponga la lógica iraní.
1500 IRR |
= 0,04 € |
demasiado bajo |
15.000 IRR |
= 0,40 € |
todavía demasiado bajo |
150.000 IRR |
= 4 € |
precio razonable |
1.500.000 IRR |
= 40 € |
caro, hasta para el aeropuerto de Moscú |
Tráfico. Caos es una palabra generosa con la que describir la circulación en una gran ciudad iraní, sobre todo en Teherán. No se respetan ni semáforos, ni peatones, ni las normas de circulación en general. Los intermitentes no se usan, los cambios de carril son sin mirar, los coches paran en cualquier parte, y la velocidad es siempre excesiva. Pero sin duda lo más peligroso son las motos, que van contra dirección tanto en ciudad (esto incluye circular por las aceras) como en arcenes de autopistas. Mucho cuidado al cruzar un semáforo en verde para peatones, aunque los coches estén parados, las motos continúan pasando. Solo quien haya estado en la India puede llegar a imaginar algo semejante. Preparaos para la aventura de cruzar cinco carriles sin semáforos ni pasos de cebra, cuando en los carriles laterales las motos circulan en ambas direcciones entre los coches y la acera. India, Mongolia o Egipto, quedan a años luz de esta locura.