Poco más de cinco horas de
tren separan Bialystok de
Gdansk, principal puerto de Polonia en el mar Báltico. La ciudad ha tenido una agitada e interesante historia. Desde la Edad Media la ciudad ha estado bajo control polaco, prusiano y alemán, disfrutando de breves periodos de autogobierno. Tras la Primera Guerra Mundial Gdansk se encontraba en el corredor polaco, una zona en disputa entre Polonia y Alemania, cuando esta última aprovechó esta ambigüedad política incrementando la tensión entre ambos, que acabaría con la invasión de Polonia y el inicio de la Segunda Guerra Mundial. En la década de los 80, durante la época de Guerra Fría, Gdansk vio nacer el sindicato Solidaridad, que jugó un importante papel en el deterioro del Bloque del Este y la posterior caída del Muro de Berlín. Su líder Lech Walesa, fue el primer presidente del país tras la época comunista.
Al
casco antiguo se puede acceder por Brama Wyzynna, antigua puerta principal de la ciudad amurallada, y por Brama Zielona, junto al río Motlawa. Entre ellas discurre el "camino real", formado por la calle Dluga y su prolongación Dlugi Targ, probablemente las dos calles más bonitas de la ciudad. Están flanqueadas por antiguas casas burguesas de fachada estrecha, pintadas de colores pastel y con terrazas frontales a pie de calle con escaleras que conducen a los sótanos. Abundan los restaurantes, cafeterías y cervecerías que sacan sus terrazas a la calle, tampoco faltan supermercados, tiendas de souvenirs.
En Dlugi Targ, donde se ubicaba antiguamente el mercado central de la ciudad, se encuentran el Ayuntamiento, la Casa Dorada (la fachada más llamativa de la ciudad) o la Corte del Rey Arturo, tras la Fuente de Neptuno. Pasada Brama Zielona se accede al paseo sobre el río Motlawa, donde en la época medieval había abundante tráfico de veleros que descargaban sus mercancías en los almacenes o graneros que había aquí instalados. Hoy día todo ello ha sido reemplazado por restaurantes, cafeterías y tiendas de venta de ámbar. Las calles que cruzamos, y se adentran de nuevo en el casco antiguo, tienen todavía sus pequeñas puertas defensivas. Pero lo más llamativo del paseo, es la Grúa construida a mediados del siglo XIV, la mayor grúa de la Europa medieval.
Encontramos muchas iglesias paseando por Gdansk, la iglesia gótica de San Juan; la iglesia de Santa Barbara y su imponente torre; la iglesia evangélica de San Pedro y San Pablo y la iglesia de Santa Caterina, la más antigua de la ciudad. Pero la más importante de la ciudad es la majestuosa iglesia de Santa María, el templo más grande de Polonia, y la iglesia de ladrillo más grande del mundo. El acceso es gratuito, pero hay que pagar por acceder a lo alto de su torre, y disfrutar de unas vistas de 360º sobre Gdansk. Además, hay que subir 400 escalones, algunos en tramos muy estrechos. Otra advertencia, si subes en un día frío, nosotros estábamos a diez grados bajo cero, abrígate bien.
Stay Inn Hotel (50€), frente a la iglesia de Santa María y a 20 minutos de la estación de tren. Habitación doble con baño privado, no incluye desayuno (8€) que solo ofrecen los fines de semana. A pesar de todo su relación calidad precio, teniendo en cuenta su ubicación, nos pareció ideal.
Polpietro, local de comida tradicional polaca muy buena, dueño super amable que además habla español. Sopa agria de centeno y pechuga de pato.
Pierogarnia Stary Mlin, local especializado en
pierogis, así que pedimos una selección variada de nueve
pierogi y
bigos staropolski, el plato nacional, un combinado de col agria, carnes frescas, embutidos, setas y ciruelas. También disponen de una amplia selección de cervezas. Local agradable con buena comida, muy recomendable.
Pyra Bar, restaurante especializado en patata.
Szare ale jare, empanadillas de patata, y
Kurak Na Lazurowyn, pollo con espinacas y queso azul.
Dominikanska,
Flak wolowe w rosole (sopa de callos) y
pierogis de carne servidos con panceta y chicharrones. Muy bueno todo.
El segundo día nos acercamos al barrio de
Oliwa, un pequeño barrio burgués a media hora en
tranvía desde el centro. Visitamos el
Park Oliwski, una enorme zona ajardinada con altos pinos, con senderos flanqueados por paredes verdes que transcurren entre un jardín francés, un jardín inglés-chino y un bonito estanque. Ahora está todo cubierto de nieve, y ofrece otro tipo de belleza, pero en primavera debe ser un sitio muy bonito.
En este parque se encuentra la Catedral de Oliwa. En la fachada destacan sus dos esbeltas torres de 46 mts de altura, acabadas en dos agujas en cruz. Tras cruzar el portal barroco de entrada de 1688, se accede a una ve de casi 100 mts de largo, cuyo crucero está dominado por un campanario, un elemento típico de la arquitectura cisterciense. el interior está dominado por el extraordinario órgano sobre la entrada principal. Construido entre 1755 y 1780, con la asombrosa cantidad de 7.896 tubos y 110 registros que permiten una increíble variedad de tonos, era en ese momento el órgano más grande de su tipo en Europa. Cada dos horas hay 20 minutos de concierto. Si tenéis la suerte de asistir, podréis ver los querubines y ángeles que lo adornan, moviéndose al son de la música.
Un tren de cercanías nos acerca en 20 minutos hasta
Sopot, un centro balneario y de veraneo a orillas del Báltico. A cinco minutos andando desde la estación se encuentra la calle Montecassino, centro de la ciudad, que discurre entre la Iglesia de San Jorge y el final de Molo, el muelle de madera más largo de Europa, que se adentra más de 500 mts dentro del mar. Entre los cafés, restaurantes y tiendas de ropa, llama la atención
Krywy Domek, la casa torcida, inspirada en los comics de Jan Marcin Szancer. Al final de ella está el balneario que dio origen a Sopot como ciudad de ocio vacacional durante el siglo XIX.
La arena de la playa está cubierta por un manto de nieve, solo se ven un par de metros de ella en la orilla, justo donde rompen las olas y se agrupan decenas de cisnes y gaviotas. En primera línea se encuentra el emblemático Grand Hotel, construido en 1927,y famoso por sus amplios salones, donde se alojaron personalidades como Marlene Dietrich, Charles de Gaulle, Fidel Castro, Adolf Hitler o Vladimir Putin. Por poco dinero se puede subir al faro, realmente una antigua chimenea que formaba parte del edificio del balneario, desde donde se tienen vistas completas de la ciudad y la playa.