
Hoy nos vamos a
Bohol, la décima isla más grande de Filipinas, que se encuentra solo a dos horas en ferry desde Cebú. En general es una isla tranquila y relajada, excepto en Alona Beach, donde el submarinismo ha alterado el lento ritmo filipino. La oferta turística es amplia, playas de arena blanca, algunos de los mejores puntos de buceo del mundo, cataratas espectaculares, cuevas, cenotes, densas junglas, los singulares tarseros, pequeñas y solitarias islas para visitar en sus alrededores, o algunas iglesias de la época colonial española.


Pero primero hay que llegar, desde Malapascua va a ser prácticamente un día de viaje, que transcurre más o menos como sigue.
07:00 Bangka desde Malapascua a Maya, 120 PHP c/u.
08:00 Furgoneta compartida junto a tres turistas más desde Maya a Cebú, 250 PHP c/u.
12:00 Nos dejan en el centro de Cebú. Taxi hasta la terminal de Ferries, 200 PHP.
13:00 Ferry
Oceanjet a Tagbilaran, 500 PHP c/u, más tasas portuarias 25 PHP c/u.
15:00 Triciclo desde el puerto de Tagbilaran hasta la estación de autobús, 100 PHP. Desde aquí parten autobuses, furgonetas y
jeepneys a todos los puntos de la isla. Justo al lado está Island City Mall, donde hay varios cajeros automáticos. Aprovechamos para sacar dinero.
16:00 Jeepney hasta
Loboc, 30 PHP c/u.
16:45 Desde el centro del pueblo un triciclo hasta Water to Forest, 120 PHP.
Loboc es un pequeño pueblo de unos 15.000 habitantes conocido sobre todo, entre los turistas, por ser el punto de partida de unas barcazas que organizan almuerzos a lo largo del pintoresco y sinuoso río Loboc. El único punto de interés de la población es la Iglesia de San Pedro Apóstol, construida en 1638, un buen ejemplo de la arquitectura colonial jesuita del siglo XVIII. En 2013 un terremoto de escala 7,2 derribó gran parte de su estructura y torre, y un año mas tarde la tormenta tropical Seniang, desbordó el río inundando la población y arrastrando a su paso los escombros acumulados de la iglesia, nunca mejor dicho llovió sobre mojado. Actualmente se encuentra en restauración. En el pueblo hay varios supermercados y tiendas de abastos y una parada de jeepneys, pero no hay cajeros automáticos, hay que venir con efectivo o ir a Tagbilaran o Alona Beach.

Water to forest, 2.000 PHP, desayuno no incluido, solo efectivo. Cabaña de dos plantas, abajo está el baño, la ducha, y unas hamacas, arriba una amplia habitación doble con espectaculares vistas de la selva. Hay tres cabañas de este tipo. Otra cabaña más grande alberga el restaurante y la recepción en la planta baja, y dormitorio compartido (800 PHP) en la segunda planta. Dispone de jardín, acceso al río y
wifi. Se encuentra a un kilómetro del centro de Loboc, solo es accesible en moto o triciclo. El personal es súper amable y la relación calidad precio insuperable, el mejor hospedaje del viaje hasta el momento, el más bonito al menos.
Nos duchamos, y cenamos en el

restaurante del resort. Pasta con atún,
chicken curry with rice, plátano turrón y una cerveza, 678 PHP.

Desafortunadamente no hay habitaciones libres para las próximas noches, así que tras un desayuno americano (200 PHP), nos pasa a buscar un triciclo que nos lleva hasta
Loboc River Resort, 2.700 PHP, desayuno incluido, aceptan tarjetas. Cabañas de madera con vistas al río o al jardín de unos 50 m
2, baño completo, aire acondicionado, tetera, televisión, y terraza. Piscina, pista de vóley, pingpong, vigilancia 24h, restaurante, muelle para kayaks y paddle. Servicio de un hotel cinco estrellas a precio muy asequible. Alquiler de moto con dos cascos 500 PHP / 8h, lavandería 225 PHP / 3kg, organizan excursiones en la zona.


Alquilamos una moto para visitar a los habitantes más famosos de la isla, los
tarseros, unos pequeños primates con cola de rata y ojos enormes, que apenas miden 15 cm, caben sin problemas en la palma de la mano. Son solitarios y de hábitos nocturnos, y no toleran fácilmente el cautiverio, llegando a suicidarse en casos de mucho estrés. Es por ello que es importante escoger un sitio que reúna las mejores condiciones para ir a conocerlos, en Bohol ese sitio es
Philippine Tarsier Sanctuary, Corella. Organizado por empresarios locales, la fundación está dentro de un bosque protegido, con prohibición de tala, donde se calcula que viven unos 500 tarseros. Dentro de una pequeña sección se pueden observar ocho individuos, siguiendo un sendero en absoluto silencio para no estresarlos, y permanentemente vigilados por guías que los protegen de turistas desconsiderados. Conseguimos ver cinco.



En el camino de vuelta paramos en
Kawasan Falls, accesso 20 PHP. Situada en Candasig a 20 km de Tagbalaran, el agua cae desde una altura de 20 mts, siendo una de las cataratas más altas de Bohol. Hay una poza hábil para el baño, rodeada de frondosa vegetación, ideal para nadar un rato y refrescarse en este clima tan sofocante.
No vemos ninguna zona habilitada para cambiarse, aunque junto a las taquillas hay lavabos y un bar, que está cerrado.
Para comer hay pocas opciones en la zona, nos acercamos a
Balilihan, un pueblo a 4 km de la catarata.
Mama Mar’s restaurant. Amplio comedor y terraza, comida casera de grandes raciones. Caldereta de cerdo con arroz y un par de refrescos, 220 PHP. Justa al lado hay una deliciosa
pastelería donde hacer los postres.


Regresamos al hotel en Loboc, donde nos damos un baño en la piscina antes de cenar. El
restaurante del hotel, todo él una amplia terraza de madera, está junto al rio y el muelle del hotel, las vistas incluso de noche son estupendas. El servicio es impecable y la cerveza está muy fría. Tomamos
sopa hototay (sopa de huevo con carne y verduras) y de postre
halo-halo (hielo raspado con frutas y helado de ube, un postre típico filipino)
20:00 Hemos contratado en el hotel una excursión para salir a ver luciérnagas, 390 PHP c/u. La barca sale del propio muelle del hotel y pasea rio abajo buscando arboles donde haya colonias grandes de luciérnagas. Es difícil decir cuántas hay, pero en algunos árboles probablemente haya decenas de miles parpadeando, se excitan cuando son enfocadas por una potente linterna que lleva el guía, y se mueven como si estuvieran haciendo la ola en un estadio de futbol. Es bastante curioso. Imposible hacer fotos con un móvil a no ser que puedas controlar el tiempo de exposición manualmente.

Volvemos a
alquilar moto, pasamos más temprano que ayer y tenemos recompensa, nos toca una más potente que la de ayer, con el asiento más alto, más cómodo y con mejores cascos. Viajaremos hasta Carmen, 35 km y una hora de distancia, haciendo varias paradas en algunas de las principales atracciones de la isla. Todo el trayecto es siguiendo la carretera 852, una vía asfaltada que recorre el interior de norte a sur entre Trinidad y Loay. Hay poco tráfico, incluso menos que en la carretera la costa, aunque tampoco conviene superar los 50 km/h. El peligro más destacable son algunos turistas que sacan fotos parados en lugares inapropiados. El truco para salir vivo, creo yo, además de ir con mil ojos, es mirar también por el retrovisor pendiente de cuando viene uno dejarle pasar apartándote al arcén lo antes posible.
Sipatan Twin Hanging Bridge, 30 PHP. Enlaza dos
barangays de la ciudad de Sevilla. Mide unos 40 mts de largo y fue construido de forma tradicional con lamas de madera, enlazadas con cuerdas de bambú que hoy día han sido reforzadas con cables de acero. Construido poco después de la Segunda Guerra Mundial su propósito original era el transporte de ganado y productos agrícolas de un lado a otro del rio. A ambos lados hay tiendas de
souvenirs, artesanía, refrescos e incluso algo de comida.

La última parada que hacemos antes de llegar a Carmén es en
Bilar Man Made Forest, un bosque artificial de árboles de caoba que atraviesa un tramo de carretera de dos kilómetros. Es un bosque denso y compacto, apenas hay distancia entre un árbol y el siguiente. Estos alcanzan gran altura, tocándose las ramas de un lado y otro de la carretera cubriendola por completo, creando una larga sombra y una zona de refugio del tórrido sol. Su origen se remonta a 1947 como un proyecto de reforestación que pretende dar respuesta a la alarmante desforestación causada por el
kaingin, sistema agrícola de tala y quema, que estaba poniendo en peligro toda la cuenca del rio Loboc. Lo que vemos hoy es el resultado de 30 años de replantado, realizado cada año por estudiantes como parte de su curriculum académico.

Chocolate Hills. Son más de mil colinas en forma de cono, todas ellas aproximadamente del mismo tamaño, unos 50 mts de altura, distribuidas en un área de 50 km2. Ni arboles ni arbustos crecen sobre ellas, están cubiertas de hierba verde que durante la estación seca toma el color que les da su nombre. Están rodeadas de arrozales y otros cultivos comerciales. Varias leyendas hablan sobre su formación, una de ellas cuenta la historia de una ciudad que harta de que un carabao gigante (búfalo de agua) se comiera sus cosechas, le tendió una trampa colocando toda su comida en mal estado a su alcance. El carabao se la comió toda, pero su estómago no lo pudo resistir y estuvo cagando durante días, cuando las heces se secaron formaron las Chocolate Hills. Seguro que la geología tiene explicaciones más verosímiles, pero no son tan divertidas.
Para llegar hasta aquí hay que coger el desvio cerca de
Carmen, que sube hasta lo alto de una colina donde hay un mirador. Hay parquing gratuito para las motos, el acceso cuesta 50 PHP, y la subida al mirador “cuesta” 214 escalones. La recompensa son unas vistas panorámicas de 360º.
Comemos en Carmen, en un pequeño restaurante familiar, que ofrece buffet libre estilo filipino. Cerdo, ternera, pollo, casquería, verduras, sopa, fideos, rollitos de verduras, fruta... bueno, bonito, barato, pero muy fuertemente condimentado. 200 PHP.
Pangas Waterfalls, acceso 15 PHP. Es una catara pequeña, apenas 5 mts de altura y unos 30 de ancho. El agua cae con fuerza creando una larga poza donde bañarse sin ningún peligro, en un entorno completamente selvático, donde solo éramos cuatro personas. Para llegar hay que tomar un desvío de la carretera principal, que nos lleva durante un par de kilómetros por un camino de tierra bacheado y sin asfaltar bordeada de pintorescos arrozales. Tras pagar la entrada, y bajar unas cuantas escaleras, se accede a una pasarela sobre la piscina y las rocas. También hay una par de cabañas para disfrutar de las vistas desde una confortable sombra.


Paramos en
Bilar, un pequeño pueblo junto a las cataratas, a tomar un helado y comprar algunas cosillas en el mercado (caramelos, galletas, algo de fruta y proteccion solar). El resto de la tarde repetimos la rutina de ayer, baño en la piscina del hotel, y cena en su
restaurante. Sopa
Nilagang baka (ternera estofada mezclada con especias y verduras) y shake de banana y chocolate.