Paramos en
Kezmarok, una pequeña ciudad con un interesante centro histórico, donde hay una iglesia de madera y un castillo. Frente a él hay una plaza con sitio para aparcar. El
castillo es un edificio feo y de poco interés, una fortaleza urbana construida alrededor de un amplio patio amurallado, con unos sólidos torreones redondos en las esquinas. Actualmente alberga un museo sobre historia local. Curioseamos un poco en el patio, y tomamos la calle
Hradná. Esta calle semi peatonal, que conserva casas características de la región, con frontales y cubiertas salientes de madera, pintadas en vivos colores, acaba en la plaza del
Ayuntamiento. Este edificio ha sufrido diferentes incendios con el paso de los años, y su imponente aspecto actual de estilo clasicista y la torre del reloj, datan de 1.779. La calle sigue y lleva a un parque ajardinado donde hay varias iglesias. Sin duda la más importante es la
iglesia protestante de madera, construida en 1.717 junto a un antiguo edificio de piedra sacra de 1593, que hoy es una sacristía. Siguiendo la estricta ley de Leopoldo I, no se usó ningún componente de metal en su construcción, incluso el órgano de iglesia tiene los tubos de madera, aunque a diferencia de otras iglesias luteranas del mismo periodo, las paredes están recubiertas con mortero. Junto a ella está la nueva iglesia protestante, construida a finales del siglo XIX, y una bonita iglesia greco ortodoxa.
Cuando llegamos a
Levoca, una bonita población de 15.000 habitantes, está anocheciendo. Las murallas del siglo XIV siguen rodeando el centro histórico, que se articula alrededor de la plaza
Majstra Pavla, un gran espacio rodeado de portadas góticas y casas renacentistas. La plaza está presidida por el antiguo
Ayuntamiento, rodeado de pórticos en la planta baja, y una bonita torre del reloj. Frente a él está
klietka handby, la jaula de la vergüenza, donde se exponía a humillación publica a las adulteras. A un lado queda la cúpula de la
Iglesia Protestante, y al otro la impresionante
Iglesia de Santiago, que posee el mayor altar de madera de Europa. Los edificios que rodean la plaza son en su mayoría casas nobles de finales de la Edad Media que se conservan en bastante buen estado. Es una plaza impresionante, el lugar ideal para hospedarse.
La
muralla tiene 2,5 km de muros de 6 mts de altura con dos puertas de acceso y hasta 16 baluartes defensivos, cada uno de los cuales estaba mantenido por un gremio diferente. Tras el muro principal había un espacio para que pudiera moverse la guardia y apilar algo de material, y después un muro más bajo que lo separaba de las calles de la ciudad. A principios del siglo XIX se comenzaron a vender tramos de muro y baluartes para ser usados como vivienda, y tramos de foso como jardines. En uno de estos bastiones se encuentra la taberna y restaurante
Kupecka Basta, a 250 mts del hotel. Cocina eslovaca tradicional, las raciones son generosas y la comida bastante buena. Pedimos la especialidad de la casa, un combinado que incluye “pechuga de pollo a la parrilla, carne de cerdo, lomo, aros de cebolla, tocino, patata al horno con crema agria y ensalada”, y un “cordón blue de cerdo, con patatas fritas y ensalada”, dos cervezas y dos chupitos de
slivovica, 23€.
El desayuno en el hotel
Arkada, como ya es habitual en Eslovaquia, no defrauda. Zumo, café o té, selección de quesos y embutidos, ensalada, huevos con jamón, fruta, mermeladas, pastelitos eslovacos... Un día más salimos a reventar. Damos un paseo por la plaza central de Levoca y alrededores para bajar un poco el desayuno. Nuestra intención hoy es visitar el
PN Paraíso Eslovaco, según dicen la mejor reserva natural del país, con 300 km de pistas de senderismo habilitadas y señalizadas, de diferente duración y dificultad, que transcurren entre cascadas, estrechas gargantas, cuevas y fantásticos bosques de coníferas.
Paramos en
Spisska Nova Ves a comprar, en la céntrica plaza de Radničné, una plaza enorme rodeada de casas burguesas de estilo gótico. En medio de ella está la
Iglesia de la Ascensión de la Virgen María, construida en la segunda mitad el siglo XIV, de la que llama poderosamente la atención su torre de 87 mts de altura, la más alta del país. Junto a ella se encuentra el
Ayuntamiento, de finales del siglo XVIII; el teatro
Reduta, de estilo
art nouveau; y el edificio del antiguo ayuntamiento. Un pueblo muy interesante.
Decidimos seguir ruta hacia el sur, estamos a -8° (ocho grados bajo cero) y son casi las 12 del mediodía, anochece poco después de las 16h y no nos apetece llegar de noche a Banska Bystrica. Así que hoy nos tomaremos el día con calma, iremos bajando poco a poco, disfrutando del paisaje y de los pueblecitos que nos crucemos. A eso de las dos paramos en
Motorest Certovica, un restaurante familiar de carretera que hay en Jarabá, cerca de la estación de esquí.
Grilovany kuraci rezen (escalope vienes de pollo a la prrilla) acompañado de arroz y ensalada,
gulash acompañado de
knedliky (empanadillas de pan), cerveza y copa de vino, 17€. Comida buena y personal muy simpático.
Reconvertida en ciudad universitaria, Banská Bystrica, es una antigua ciudad minera, fundada alrededor de los yacimientos de cobre y plata descubiertos en el siglo XIII, y que fueron explotados durante 300 años. El centro amplio, abierto y semi peatonal lo convierten en un sitio ideal para pasear, un lugar ideal para pasar la noche en nuestra ruta hacia Bratislava. El centro histórico no lleva más de una hora visitarlo, y se articula alrededor de dos plazas. Junto al hotel está Námastie Stefana Moyzesa, de forma redondeada, alberga los edificios más antiguos y restos de una antigua muralla. Del castillo medieval del siglo XV, levantado para proteger los beneficios de las minas, solo se conservan la puerta de acceso y la torre de la barbacana, reconvertida en bar y sala de exposiciones. Junto a él está la Iglesia gótica de la Asunción, un imponente templo levantado en el siglo XIII, y justo al lado, la Casa Matías que actualmente alberga el museo municipal.
Penzion Kuria, 66€, desayuno incluido. Interior completamente de madera, aunque dentro de un céntrico edificio de piedra a diez metros de la plaza. Existe la versión hotel que cuesta 10€ más. La habitación parece una buhardilla de madera con techo bajo, pero es muy acogedora. Dos camas individuales con baño privado, dos mesitas de noche, escritorio, sillón, televisión, parking gratuito. Desayuno en Penzion Kuria super completo, como siempre. El comedor tiene las paredes decoradas con todo tipo de artilugios: religiosos, de cocina, musicales, agrícolas, de tejer, todo lo que entra en la pared, ahí está.
Námastie SNP es la segunda plaza, alargada y en ligera pendiente, está presidida por un obelisco en homenaje al Ejército Rojo en el centro, y rodeada de edificios de estilo gótico y renacentista pintados en colores pastel, que albergan tiendas, bancos, restaurantes o supermercados, todo vale... Bajo algunos de ellos hay arcadas y pasajes a otras calles más urbanas y transitadas. En la parte más elevada se encuentra la Torre del Reloj (1.567), antigua torre de vigilancia contra incendios y enemigos. Frente a ella hay una columna mariana, en agradecimiento por el fin de una epidemia de peste que asoló la ciudad a principios del XVIII, y a pocos pasos la Catedral de San Francisco Javier (1.703), sede de la diócesis desde hace 250 años. La plaza acaba en la calle
Dolná, una calle comercial flanqueada de edificios de época, casas de colores y tiendas de todo tipo, que acaba frente a un gran centro comercial que abre hasta las 21h.
Intentamos ir a
Banska Stavinska, otra antigua ciudad minera, donde hay centro histórico medieval bien conservado, un par de castillos en las cercanías, y una mina de plata al aire libre que sirve de museo. Pero no hay forma de aparcar en el centro, funciona con taxímetros que se pagan mediante SMS, y no descubrimos la forma. Así que pasamos y seguimos ruta.
Nos paramos a comer en
Nitra, ciudad más antigua del país y asiento de los primeros eslovacos, fue la capital del reino eslavo de la Gran Moravia en el siglo IX. Aquí se construyó también en 828 la primera iglesia de Europa central y oriental. En una colina próxima a la ciudad, se encuentra el
castillo, construido en el siglo XI sobre las ruinas de una fortaleza eslava anterior. En su interior se encuentra la
Catedral de San Emerano, elevada al rango de basílica por contener algunas reliquias de San Cirilo.
Manolo, en el centro histórico peatonal. Ensalada, cerdo con champiñones y patatas, copa de vino y cerveza, 18,5€. Muy bueno. Devolvemos el coche en el aeropuerto de Bratislava, desde donde sale el autobús 61 cada quince minutos hasta la Estación Central (0,90€), desde allí hay que coger el autobús 93 hasta el centro (0,7€, cuatro paradas).