La
Península del cabo es una cordillera rocosa de 75 km de longitud que se adentra en el océano desde Ciudad del Cabo. Una cómoda carretera, que discurre en su mayor parte paralela a la costa, nos permite visitarla fácilmente en coche en una bonita excursión de un día, que nos llevará desde Table Mountain NP junto a la ciudad, hasta Cape Point y el Cabo de Buena Esperanza en el extremo sur. Es un viaje relajado y variado, pequeños pueblecitos, fantásticas playas, sinuosas carreteras panorámicas, bahías de cristalinas aguas color turquesa, acantilados, palmeras, avestruces, incluso una colonia de pingüinos.
Para salir del Cape Town seguimos Kloff Road dirección sur, a nuestra derecha queda el océano y una sucesión sin fin de pequeñas playas y tranquilas calas. Dejamos el coche en el margen de la carretera, siempre vigilado por los omnipresentes guardacoches, y bajamos a ver alguna de ellas. Aunque son playas de arena, la costa es muy rocosa y en los primeros metros de agua es fácil encontrar piedras. También hay restos de
kelp, unas enormes algas que abundan en esta zona que pueden llegar a los 80 mts de largo. Entre estas playas, la más famosa y concurrida es
Camps Bay, no hay un hueco en su arena blanca y se ve mucha gente practicando surf. Aquí la carretera da paso a un paseo marítimo donde abundan los cafés, restaurantes y bares de copas. Es sin duda la parte más animada de la ciudad, teniendo coche propio para poderse desplazar por Cape Town, parece el lugar ideal para hospedarse.
Seguimos península abajo por
Chapman’s Peak Drive, una espectacular carretera panorámica que discurre paralela a la costa durante 9 km de curvas continuas. La ruta empieza en Hout Bay y va subiendo poco a poco hasta Chapman’s Peak, desde donde comienza el descenso hasta Noordhoek. Es una zona rocosa de pronunciados acantilados que caen hasta playas de arena blanca junto a un mar azul intenso. Debido a un desprendimiento de rocas con desenlace fatal fue cerrada en 1999 y sometida a una intensa renovación en vías de la seguridad, el coste de esta obra y su mantenimiento se sufraga con un peaje de 42 rands. Existen varias áreas de descanso y miradores, desde donde hay unas vistas espectaculares de Cape Town y la bahía.
La última parada les para contemplar la larga playa de arena blanca entre Noordhoeck y Kommetjie, un lugar muy popular para paseos a caballo. En el extremo sur se encuentra el Kakapo, un barco de vapor que encalló hace un siglo cuando confundió Chapmans Peak con el Cabo de Buena Esperanza y puso rumbo a puerto. Conducimos hasta
Kommetjie, donde bajamos a dar un paseo por la playa y tomar un helado. Es una zona muy popular entre los aficionados al surf, y a pesar de los carteles que avisan del riesgo de tiburón blanco, el agua está llena de bañistas y surfistas. En la arena, entre los bañistas que toman el sol, hay restos de algas
kelp, que forman frondosos bosques en sus aguas poco profundas.
Seguimos hasta la
Reserva Natural Cabo de Buena Esperanza (acceso 135 rands, gratis con Wildcard), popularmente considerado el punto de unión de los océanos Atlántico e Indico, aunque ese honor le pertenece realmente al cabo Agulhas. La reserva natural ocupa un área de 7.750 hectáreas y 40 km de costa. Como es imposible recorrerla toda nos centramos en sus atracciones más populares: Cape Point, donde sobre unos acantilados de 200 mts sobre el mar se encuentra el Faro, al que se puede acceder por una larga caminata o en funicular (65 rands); y el Cabo de Buena Esperanza, donde desde el parking salen algunos caminos de tierra que permiten hacer cortos paseos por la zona. Es un lugar ideal para ver ballenas, pero no estamos en temporada, y nos conformamos con algunos lagartos y babuinos, y numerosos damanes, un roedor africano que parece un cruce entre marmota y conejo de indias.
La siguiente parada es
Boulder’s Beach, una zona de costa de pequeñas bahías rodeadas de roca (
boulders), que se ha hecho famosa por su prospera colonia de pingüinos del cabo que habitan en esta zona protegida del viento. Aunque está en medio de un área residencial, es uno de los pocos sitios donde pueden ser observados de cerca en un área natural protegida. Favorecida por la prohibición de la pesca de arrastre en la zona, que ha incrementado los bancos de sardinas, la colonia alcanza hoy día los 2.000 ejemplares. Desde el centro de visitantes (acceso 70 rands, gratis con Wildcard) unas pasarelas de madera dan acceso a tres puntos de observación.
De vuelta, paramos a cenar en
Simon’s town un pequeño pueblo conocido sobre todo por su proximidad a la colonia de pingüinos.
Café Pescado. La carta incluye pizzas, hamburguesas, pasta y pescado fresco. Local agradable y personal muy atento. Hay
wifi. Pizza pequeña, atún del día con arroz y verduras, mousse de chocolate, y dos cervezas, 315 rands. Muy bueno.