Dos cosas llaman especialmente la atención en Kampot, el gigantesco durian que preside su plaza principal y alrededor del cual se articula el tráfico de la ciudad; y su casco antiguo, donde se alinean una tras otra tiendas chinas y casas de origen colonial. A orillas del río Prek Tek Chhoun, que atraviesa la ciudad, discurre un agradable paseo que acaba en un bonito lago de nenúfares, ideal para ver el atardecer. Es la ciudad donde vimos la comunidad de expatriados mas grande, algunos de ellos autenticas escorias atraídos por el comercio sexual tan desafortunadamente común en estas latitudes.
Ademas de asesinar a un tercio de la población, los jemeres rojos destruyeron la practica totalidad de los campos de pimienta para sustituirlos por arroz. La pimienta de la región delicada y aromática, pero muy potente, es muy apreciada en todo el mundo, por suerte el cultivo se esta recuperando. Algunas de las plantaciones en activo ofrecen catas y visitas guiadas a sus instalaciones. No perdáis la oportunidad de llevar un útil y original regalo a casa.
Twin, 20$. Habitación doble con baño privado y piscina. Muy céntrico, personal muy atento, aunque hablan poco inglés.
Simons Tandor, espectacular restaurante con cocina del sur de India.
Dosa masala,
dhal makhani,
mango lazy, 52.000 khr.
Old Cinema Hotel, ideal para tomar una copa o probar alguna de su docena de cervezas.
Al Cioccolatino, clásico restaurante italiano, pizza, pasta y tiramisu. Buena terraza.
Para salir de Kampot lo mas sencillo es acudir a Kampot Transports, preguntad a cualquiera, todo el mundo los conoce. Nosotros compramos un billete de bus a Shianukville (3h) combinado con ferry a Koh Rong Sanloem (1h), con billete abierto a la vuelta, por 32$ cada uno. Al ser temporada baja no salen ferries debido a la frecuente mala mar.
A 25 km de Kampot se encuentra Kep, destino vacacional por excelencia del país, por el que han pasado la monarquía, los franceses e incluso la jerarquía de los jemeres rojos. Paseando por su largo tramo de costa pueden verse algunas villas que dan testimonio de ello. Pero su verdadero atractivo esta en los cangrejos, se ven por doquier, no hay restaurante que no los ofrezca junto con gambas, langostas y otros productos frescos de sus playas, en una terraza con vistas al mar. Lo difícil será escoger en cual comer, hay un sin fin de ellos alineados por todo el frente marítimo.
A pocos minutos, en las colinas cercanas, con espectaculares vistas sobre el mar, se encuentra el Parque Nacional de Kep (acceso 4.000 khr). Un bonito circuito de unos 8 km, dos horas de fácil paseo por un ancho y cómodo camino de tierra circunda el parque. Es fácil encontrarse con monos. En la entrada del parque esta el Led Zep Cafe, por desgracia no pincharon Whole Lotta Love, donde vende zumos, batidos, refrescos y algún tentempié.
Toda esta zona, como el resto de Camboya en realidad, merece la pena tan solo por el paseo y las vistas. Aquí, a diferencia del norte mucho mas montañoso, los arrozales se suceden moteados por pequeñas construcciones de madera, cebús o alguna palmera. Pequeñas villas de apenas una veintena de casas, carretas tiradas por pequeños tractores, passaps, tuktuks, motos por doquier, siempre con calma, sin prisas, sin casco, nadie lleva casco, y no cuesta ver una familia de cinco miembros todos en un ciclomotor. También está la lluvia, omnipresente durante nuestra estancia en Camboya. Mas te vale buscar refugio cuando se levante un poco de viento... De todo ello, alquilando una moto, por el módico precio de 8$ 24h.