Kratie es una ciudad a orillas del Mekong, la única del pais donde pueden verse hoy día delfines de río. Es un lugar apacible, donde la mayoría de turistas pasan una noche, el tiempo justo para hacer un paseo en barca en busca de cetáceos. Hay algunos templos en los alrededores, pero no tengo claro que justifiquen un ampliación de la estancia. Si sobra tiempo, hay varios locales donde comer o tomar unas cervezas mientras se contempla la puesta de sol. Hay una gasolinera con LPG y algún cajero automático.

En
Mekong Dolphin Pleasance, unos 15 km al sur en la villa de Kampi, está el embarcadero de donde salen las barcas para ver los delfines Irawady, 10$ por persona. Estos delfines de agua dulce, de los que se calcula solo quedan 60 en todo el país, hacen poco más de dos metros, tienen el hocico chato y no dan espectaculares saltos como los de agua salada. En medio del río todo es silencio, se oye un murmullo en el agua y cuando te giras le ves zambulléndose de nuevo. Es difícil ver la maniobra completa de salir a respirar, pero con paciencia se consigue. Los barqueros conocen las zonas donde se mueven, así que verlos está casi garantizado.
Sorya, 23$, frente al Mekong y con una estupenda terraza restaurante en el segundo piso con vistas. Habitación doble amplia con baño privado y aire acondicionado. Organizan salidas en
kayak para avistar los delfines. Servicio de transporte a diferentes ciudades. Muy atentos y con soluciones para todo.
Eysan, Snuol, a mitad de camino entre Sen Monorom y Kratie. Combinados de
catfish y cerdo, con verduras frescas y arroz, 46.000 khr.


En Kratie se acaba nuestra aventura con el
tuktuk, después de 1.500 km con él. Compramos a través del hotel, dos billetes a Phnom Penh con
Vetairbus (10$, cuatro horas de trayecto). Furgoneta de 12 pasajeros, asientos cómodos y anchos, botellín de agua. Son bastante puntuales y, nuestro conductor al menos, no conduce como un loco. Corta parada para comer.