Lesotho

Lesotho es un pequeño país, aproximadamente del tamaño de Galicia, completamente rodeado por Sudáfrica, que tiene la particularidad de ser el país con la cota mínima más alta, ningún punto del país está por debajo de los 1.400 mts. En la zona norte, dominada por la cordillera de las Maloti (Drakensberg), las carreteras discurren por fértiles valles, surcados por ríos y rodeados de montañas, que lo convierten en un paraíso para los amantes del senderismo y la naturaleza en general. Es un país pobre, los arcenes están llenos de gente ataviados con botas de agua, mantas y gorros de lana, que comparten espacio con vacas, ovejas y burros; cualquier hueco verde disponible es ocupado por algún animal, hay incluso mas que en Sudáfrica Es un país que enamora al instante, pocos me han causado tan buena impresión en tan poco tiempo. Espero volver pronto.

Nos quedan cuatro días, y la última noche queremos dormir en Sudáfrica para estar más cerca del aeropuerto, Como solo podremos estar en Lesotho un par de noches, escogemos Hlotse (Leribe), una ciudad de unos 25.000 habitantes a mitad de camino entre la frontera y Maseru, que queda cerca de un par de parques naturales y otros puntos de interés. El centro está bastante activo y concurrido, paseando por él vemos una gasolinera, un par de cajeros automáticos, un supermercado bastante grande, carteles que señalizan unas diez opciones distintas de hospedaje, y ningún restaurante.
El cruce de fronteras en Caledon's Poort es lento, tardamos más de media hora en realizar los trámites a ambos lados de la frontera. El coche paga un impuesto de 30 rands por entrar en Lesotho A diez minutos de la frontera está Butha Buthe, un pequeño pueblo donde hay un bullicioso y animado mercado. Desde allí a Hlotse (Leribe) hay 30 km, una hora de camino. Las carreteras en general están bien señalizadas, pero el pavimento carece del buen mantenimiento que tienen las carreteras sudafricanas, algunos agujeros son de un tamaño considerable y ocupan gran parte de la calzada, lo que provoca que de tanto en tanto, cuando algún vehículo los esquiva te los encuentres peligrosamente de frente. Hay que ir con cuidado.

Bird Haven Bed and Breakfast, 650 rands con desayuno. Céntrico, parquing, no wifi. Jardín rodeado de amplios rondavels con cama doble, mesilla con butacones, nevera, radiador, mesa de te, escritorio, televisión, armario, mesitas de noche y ducha con hidromasaje, unos 40 m2 de habitación.
Cuando oscurece el alumbrado publico escasea, para ir a cenar tenemos que salir con el frontal. Las pocas opciones de restauración que hay están en los restaurantes de los hoteles. Mountain View Hotel. Formal y falto de encanto, es el hotel más popular entre los locales, 700 rands la habitación doble con desayuno. En el restaurante sirven buffet libre para los huéspedes, nosotros comemos a la carta. Gambas peri peri, pizza Leribe, dos cervezas locales, 238 rands. Muy bueno y buen servicio. Dispone de wifi.

Como en el primer hotel solo había disponibilidad para una noche, buscamos otro. Naleli Guesthouse. 700 rands con desayuno. Habitación doble amplia y cómoda, baño privado, televisión, tetera, wifi en la habitación, radiador. Dispone de parquing, un bonito jardín y un restaurante impresionante, el mejor del viaje, donde cenaremos esta noche. El plato estrella es el Grilled baby chicken (ideal para dos personas) acompañado de unas cervezas, de postre custard with guava, 136 rands.

Ts'ehlanyane NP (acceso 35 rands) es el parque nacional más grande de Lesotho, y su nombre proviene de la variedad local de bambú que abunda en sus montañas. Ocupa 56 km2 en un punto de la cordillera Maolti, en la confluencia de los ríos Ts'ehlanyane y Holomo, con una altitud que varía entre los 1.940 y 3.112 metros. Estas diferencias de cuota y los numerosos riachuelos que lo atraviesan, ofrecen una gran variedad de hábitats, que lo convierten en un lugar ideal para senderismo o los paseos en ponys locales. La fauna no es su fuerte, hay algunos gatos salvajes, caracales, pequeños antílopes, babuinos, nutrias y mofetas, todos ellos muy difíciles de ver. A pesar de ello fue el único sitio donde vimos elands, el antílope más grande que existe.

Hay que tomar la A1 dirección Bhuta Bhute y coger el desvío hacia Khabo, última opción de avituallamiento antes de llegar al parque. A partir de aquí la carretera discurre paralela al río Hlotse por un bonito valle donde se suceden los pequeños núcleos de rondavels. A 1,5 km de la puerta de acceso está Maliba Lodge, hotel de lujo desde el que se gestiona el parque.

Desde él salen todos los caminos, algunos de ellos de más de un día de duración. Nosotros escogemos una ruta circular que consiste en ir por el Upper Trail (3,2 km) y volver por el Lower Trail (3,1 km), en total unas 2h30 relajadas. La ruta está perfectamente señalizada, marcando además la distancia recorrida cada 250 mts. El inicio de la pista junto al hotel se encuentra a 2030 mts de altitud, desde aquí una empinada cuesta en zig zag nos lleva hasta los 2140 mts. A partir de aquí una cómoda pista nos lleva hasta Black Pool (2080 mts), una piscina creada por el curso del río Hlotse donde es posible darse un baño. La vuelta se hace siguiendo el curso del río (1993 mts) por una pista rodeada de un pequeño bosque ribereño con agradables sombras. Es un camino fácil, poco exigente físicamente, grado de dificultad 2 de de 5, pero nos abre el apetito.

En el restaurante de Maliba Lodge nos ofrecen un menú de tres platos con un par de opciones a escoger por 195 rands. Ambos pedimos lo mismo: sopa de champiñones, hake a la parrilla, panacota, y por supuesto un par de cervezas locales bien frías. Impresionantes vistas desde la terraza. La comida bien pero sin exagerar, el trato exquisito.

Siguiendo la carretera A1 que discurre paralela a la frontera durante 50 km se llega a Teyateyaneng, principal centro de artesanía y producción de alfombras del país, según la guía. Tras dar un par de vueltas no vemos nada que llame nuestra atención, pero ya que hemos llegado hasta aquí, conducimos 21 km más hasta Ha Kome, cerca de la aldea de Mateka.

En Ha Kome hay una aldea donde algunas de sus casas han sido construidas dentro de una gran cueva. Fueron construidas aquí para protegerse de los basoto de la zona, que recurrieron al canibalismo debido a la gran sequía de finales del siglo XVIII. Hay un total de cinco casas que empezaron a construirse en 1824. Durante los años se han construido rondavels en los alrededores, donde viven los familiares y descendientes de los primeros pobladores. Aunque en las casas de la cueva todavía vive la sexta generación de los primeros habitantes, tres mujeres de 86, 81 y 62 años. Están hechas de barro y estiércol, material que requiere renovarse cada tres meses, mientras que la pared posterior es la propia roca de la cueva. Están pintadas de color gris con una franja de color naranja que bordea la puerta, y su interior es bastante escueto, una cama, un armarito y cubos de agua para almacenar el agua. Se puede aparcar en lo alto de la colina y descender durante 20 minutos hasta el centro de visitantes, donde se ofrece una visita guiada y cuenta algo de su historia y su cultura. Acceso 43 rands.

Paramos a comer bajo unos árboles en el margen de la carretera que lleva hasta Teyateyaneng. Después, dando por hecho que las carreteras sudafricanas estarán mejor que aquí, abandonamos el país por Ficksbrug Bridge, para seguir hasta Clarens.