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Pamukkale, lugar conocido por sus terrazas de travertino, creadas por las aguas termales que brotaban de la antigua ciudad greco romana de Hierapolis, cuyas extensas ruinas merecen también una visita. El pueblo más cercano que recibe el nombre de
Pamukkale Köyü, se encuentra 20 km al norte de Denizli, donde está la estación central de autobuses de la zona. Desde Konya viajamos con autobuses Kontur (120 TLR), la compañía
menos cómoda hasta ahora, asientos un poco estrechos y mala ventilación, aunque mantiene el servicio de agua, zumos, pantalla de televisión con juegos y películas. Desde la estación hay que tomar una furgoneta a Pamukkale Köyü, cuesta 5,5 TLR.

Pamukkale Köyü es una aldea pequeña con muy poco turismo, la mayoría llegan en excursiones organizadas desde Kuşadası. Es un lugar donde dejar pasar el tiempo con calma, disfrutar de sus atractivos turísticos y dar un paseo en globo. La oferta hotelera es amplia, también la de restauración donde además de los locales turísticos no es difícil encontrar algunas joyas locales.
Gurme. Sopa de tomate, sopa de lentejas, cerveza Efes, falafel con humus y ensalada, y
ispanakli yumurta (espinacas con huevo frito), 100 TLR. Local familiar, buena cocina, terraza agradable.
As teras manti evi, 105 TLR.
Manti, Adana
kebab, dos fantas y dos tés. Sin turistas a la vista, comida casera, deliciosa, servicio muy atento. Otro imprescindible.
Hierapolis, fundada el siglo II AC, fue una ciudad prospera a pesar de tener que sobreponerse a varios terremotos. Tuvo una fuerte presencia cristiana, como prueba el martirio aquí del apóstol Felipe y sus siete hijos. En el siglo VI el movimiento pagano imperante en la zona arraso con todos los símbolos religiosos, momento en el que empezó una etapa de decadencia que acabo con el abandono de la ciudad, hasta que fue recuperada por arqueólogos italianos a mediados del siglo XX. Entre las ruinas actuales se han restaurado las antiguas
Piscinas de Cleopatra, unos baños termales actualmente abiertos al público (100 TLR) que disponen de cambiadores y taquillas para guardar la ropa. En la zona hay una área de descanso a la sombra y opciones para comer, al doble o el triple que en el pueblo.


Aquí empiezan las
terrazas travertinas que descienden durante 500 metros hasta el pueblo, sobre un resbaladizo suelo calcáreo de intenso color blanco. A medida que el agua termal sube por el borde de la meseta y se enfría, se desprende dióxido de carbono y la tiza dura, también conocida como travertino, se acumula como una cascada solidificada, avanzando lentamente hacia el suroeste. Hay que descalzarse para acceder, no se permite calzado de ningún tipo, aunque si que está permitido el baño en las terrazas, que cubren en sus zonas más profundas apenas dos palmos. El agua es de un denso color blanco que no permite ver el fondo y además está caliente como un meado de burra, pero es una experiencia interesante.
El
acceso a Hierapolis (incluido el museo pero no las piscinas de Cleopatra) y las piscinas travertinas cuesta 110 TLR. Lo mejor es subir en taxi (30 TLR) hasta la South Gate, visitar Hierapolis, que lleva fácil un par de horas, otro par de horas en los baños de Cleopatra, y bajar "descalzo" por el camino paralelo a las terrazas travertinas una hora más.